jueves, 19 de noviembre de 2015

Nosotros y ellos

Recientemente he comprado el libro La Fuerza de la Compasión de Daniel Goleman sobre las enseñanzas del Dalai Lama en nuestro mundo.  Es un regalo para mi mujer, María José, me lo pidió un día que fuimos al Vips para las navidades. Como los TICs hablamos tanto de reutilización, he decidido aplicármelo personalmente y lo estoy leyendo. Ya veré la forma de envolverlo en papel de regalo y tratar de borrar cualquier evidencia sobre mi lectura cuando llegue a sus manos. Este blog como no me lee nadie no lo considero siquiera huella incriminatoria. Engañar a una mujer quizá sea una de las tareas más complejas que existen, así que ya veremos cómo lo gestiono.

El caso es que ya en las primeras páginas del libro se resalta la siguiente idea a fin de tener un mundo más armónico y en definitiva mejor: contrarrestar el binarismo “nosotros/ellos” reconociendo la unicidad humana.

Justo en esa frase me había quedado del libro cuando me dirijo a una reunión de trabajo por videoconferencia multilateral, donde estaban presentes compañeros del área de sistemas y usuarios de distintas provincias.  Resumiendo al máximo, la video versaba sobre las actuaciones que se estaban llevando a cabo a nivel de suministro informático: PCs, Impresoras, monitores, etc. para que los usuarios pudiesen hacer correctamente su cometido.

Ahí estaba yo adoptando un rol de oyente pasivo cuando oigo a un usuario quejarse sobre la incertidumbre existente en cuanto a la renovación de impresoras. Fue entonces cuando uno de los responsables del suministro matizó que a diferencia del resto de material informático, la estrategia en cuanto a las impresoras se refiere, había recaído en otro organismo y que lamentablemente no podían hacer nada al respecto, salvo trasladárselo nuevamente a los responsables.  Esta argumentación, que por otro lado es entendible para señalar competencias y ámbitos de actuación, fue remarcada hasta en otras cuatro veces que al menos yo contara. Es decir, a todos los allí presentes por muy despistados que pudiéramos estar, nos quedó claro cristalino que las cuentas respecto a sustitución de impresoras había que pedírselos a “ellos” no a “nosotros”. La discusión prosiguió, pero la esencia de la misma era lo ya contado.

Mientras la jornada continuaba, mi mente se alejó del runrún establecido para visionar la cabeza calva y bondadosa del Dalai Lama diciéndome al oído: hay que centrarse en la unidad, en el nosotros evitando perderse en las diferencias para hacer frente a los problemas a los que se enfrenta nuestra “familia humana”.

Qué lejos estamos en la Administración de actuar como si fuéramos esa familia humana. Porque es verdad que hay proyectos fachada como la ventanilla única o toda la serie de portales centralizadores que van dirigidos hacia ese objetivo, pero a la hora de la verdad en el interior de esos proyectos todos marcamos nuestro territorio y nos volcamos en resolver los problemas que consideramos enmarcados en nuestro ámbito, sin embargo nos evadimos sigilosamente y sin ningún rubor si consideramos que el problema es de otro, aunque pudiésemos ayudar a resolverlo.

No pienso que este problema expuesto sea meramente causa de nuestra estructura organizativa de departamentos estancos, también asigno parte de responsabilidad a no haber un único responsable en el servicio final. Me explico, está demostrado que si te da un infarto en medio de una calle con mucha afluencia en vez de gritar de forma impersonal algo como: ayúdenme por favor!! Es mejor dirigirte a una persona en concreto y pedirle ayuda. Dicho de otra forma más coloquial: El uno por el otro la casa sin barrer.

Este ejemplo de las impresoras es propicio, ya que en suministro informático al haber varios organismos implicados, todo se dilata y se eluden responsabilidades.

Terminando, las luchas de poder interdepartamentales existen y en demasía. No se trata de aniquilar la división del trabajo, suficientemente demostrada su valía, aún así la concepción panteísta de Spinoza, en la que la percepción de la multiplicidad es ilusoria y lo real es la totalidad, debiera servir como modelo de trabajo especialmente en la Administración donde tan lejos nos hallamos de esa visión. Colaborar realmente para resolver los problemas que presente la Administración en lugar de centrarse exclusivamente en atajar los cometidos particulares. Para ello, se debe allanar mucho la pirámide jerárquica y facilitar la comunicación directa. En muchas ocasiones voluntad de ayudar no falta, pero ante la necesidad de escalar tanto para colaborar con otro organismo simplemente para luego descender todo lo previamente ascendido, se pierde uno en el intento.

María José, como preveo que no podré engañarte, perdón por haber abierto tu regalo. Al fin y al cabo ha sido por una causa compasiva y no egoísta.

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