sábado, 11 de agosto de 2012

Cuando la calidad se torna en burocracia


Estoy en una Subdirección, realmente es una División, con un gran volumen de usuarios y, por ende, somos una unidad muy basada en la gestión. En muchas ocasiones disponemos de poco tiempo para planificar y aplicar metodología, ya que las circunstancias demasiadas veces nos obligan a trabajar en el día a día sin mucho tiempo para pensar y analizar.

Sin embargo se está haciendo un esfuerzo considerable por aplicar técnicas y normas de calidad sobre todo a los desarrollos SW, aunque también al resto de áreas que conforman la División.


Como consecuencia de este esfuerzo, surgen los primeros resultados, y uno de ellos es la normalización de peticiones de entornos de preproducción y producción. Ciertamente me parece una buena iniciativa, ya que actualmente existe bastante caos y es difícil conocer todos los entornos que disponemos, quién es responsable de cada aplicación, así como los requisitos que dichas aplicaciones tienen a nivel de sistemas.
No obstante, examinando en detalle el procedimiento implementado para peticiones de nuevos entornos, creo que hemos cometido algunos errores en su definición como consecuencia de nuestra poca experiencia, y que debemos corregirlos si no queremos que la calidad buscada se torne en burocracia.

Por ejemplo, en el formulario que hay que rellenar para dicha solicitud existen demasiados campos que atañen al rendimiento de las aplicaciones, entre otros: número medio de usuarios concurrentes, tiempo de tramitación media por usuario, criticidad de la aplicación y un sinfín más. Una vez visto ese formulario, inevitablemente nace la pregunta de ¿por qué es necesario rellenar información tan precisa y tan detallada? ¿Con que objeto se solicita? La respuesta viene a ser algo parecido a: “Es que de esta forma tenemos controlado cuáles son las demandas necesarias por las aplicaciones en cuanto a rendimiento, criticidad, etc. Y si algún día queremos ser proactivos y detectar cuellos de botella o malos funcionamientos en los servidores que sustentan dichas aplicaciones, es necesario tener información relativa para obrar en consecuencia”.

El objetivo final de quien argumenta este tipo de respuesta es muy lícito y su consecución, sin duda, redundaría en una mejora considerable en calidad del servicio, pero la forma de conseguirlo no es la propicia, ya que se crea burocracia innecesaria.

Antes de pedir cierta información hay que analizar para qué realmente se está solicitando y si va a ser explotada de alguna forma concreta, porque de lo contrario es mejor no pedirla.

Si se quiere ser proactivo, lo primero es determinar qué métricas concretas vas a aplicar para lograrlo y, una vez definidas, si necesitas alguna información que no conoces pero te la puede facilitar alguna otra Área o Unidad, en ese caso debes solicitar exclusivamente aquello que sea necesario para poder aplicar la métrica definida. No tiene ningún sentido pedir información que jamás va a ser utilizada o que atienda a razones tan difusas como “por si acaso algún día…”.
Matizo que el orden es muy importante, primero son las métricas a aplicar y posteriormente los datos que se solicitan para poder ejecutarlas. Nunca al revés porque si no entramos en el papeleo innecesario.

La cuestión planteada es un ejemplo muy concreto y, por supuesto, no muestra de manera global un concepto tan amplio como la calidad del SW. Sin embargo al igual que la frontera entre el amor y el odio está bastante difuminada, este ejemplo debe servir para ver lo cerca que en ocasiones se encuentran la calidad del SW en cuanto a procedimientos se refiere, y la burocracia en sí.  

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