martes, 17 de mayo de 2016

El Bueno el Zorro y el Vago (volumen 2)

Han pasado varias semanas desde la marcha de V. Z anda buscando con esmero una persona para el puesto vacante, y en la última de las entrevistas que ha llevado a cabo, el candidato ha respondido a una pregunta capciosa que su mayor virtud seguramente sea considerarse responsable.

El comentario, no ha pasado desapercibido para Z que lejos de cambiar el tema, formula una segunda cuestión relacionada:

- ¿Responsable o comprometido?

- A decir verdad no entiendo bien la diferencia de los términos?

- Verás, para responderte voy a mencionarte un hecho en el que el protagonista fue B, el que sería tu compañero en la oficina en caso de ser elegido. El relato se inicia cuando le designé para un cometido:

-El servicio para el cual te asigno responsable, presenta una criticidad que precisa de una disponibilidad 24 *7. ¿Entendido?-

- Sí. Me encargo de que así sea.

Cuando B se comprometía, sus palabras siempre iban seguidas de acciones en aras a cumplirlo. No entraba dentro de sus planes hacer brindis al sol, por esa razón ideó una planificación que garantizase la continuidad del servicio.

Estudió con detenimiento su funcionamiento, siendo capaz de detectar cualquier posible incidencia futura. Una vez comprendido el servicio con el debido detalle, hizo un exhaustivo y útil, que no necesariamente denso o grueso, manual operacional para en caso de emergencia saber cómo actuar de forma eficaz. Se afanó escrupulosamente en la gestión proactiva en vez de reactiva. En este sentido, diseño varios scripts automatizados para ser informado del estado del aplicativo.

Por último, realizó un diagrama donde figuraban todas las dependencias externas que el proyecto tenía. Anotó todas las personas de contacto en caso de posibles errores. Pero, no contento con eso, fue capaz de aprender a solucionar la mayoría de problemas relacionados con esas dependencias en caso de urgencia y que el responsable no estuviese operativo debido a cualquier circunstancia.

Lo que a ojos del resto parecía algo utópico, B se encargaba de hacerlo realidad.

Con semejante trabajo, como no podía ser de otro modo, el servicio estaba siempre operativo y apenas sin incidencias reseñables.

Cierto día estaba llegando a la oficina cuando de repente escuchó un fuerte estruendo, como si de una bomba se tratase, seguida de numerosos gritos por todas partes. A causa de lo sucedido, la preocupación quería hacer acto de presencia en B, pero realmente como consiguió su objetivo y tensionarle de verdad, fue en base al sms automático que recibió fruto de su proactividad. En él, se indicaba que el aplicativo crítico se hallaba caído indicando fallo de servidor.

Subió los escalones de dos en dos, entrando al despacho sudando y jadeante. Su compañero le había saludado y comentado con voz temblorosa los terribles atentados que se habían producido hace escasos cinco minutos.

-Todo está caído, es lo de menos. Ha habido muchas víctimas y todo el mundo está preocupado.-

B estaba demasiado concentrado para atender lo que decía. Quemaba sus pestañas en el poco amigable fichero de LOG del servidor donde se alojaba su aplicación, en búsqueda de trazas que le ayudaran a identificar la causa de su no prestación.

Su compañero al verle tan sumido en su pantalla le dijo: - no hace falta que te molestes más. Ya he tratado de contactar con la gente de sistemas, pero obviamente no hay respuesta.

Z, antes de proseguir con la historia, remarca como esa persona desde luego había sido responsable.

Tras un rato que se le hizo infinito, B descubrió la causa. Una de los aplicativos colaterales había dejado de funcionar y eso le afectaba de pleno. Llamó para ver si se podía solventar, pero nadie contestó. También quiso contactar con los usuarios tratando de indagar, obteniendo la misma no respuesta.

Sus fallidas tentativas iniciales no fueron óbice en su cruzada particular. Gracias a su excelente documentación pudo ver los pasos a dar para corregir el problema. Sin más preámbulos cogió su coche y se fue rumbo al CPD fuente de los problemas. Aceleró y aceleró, sólo disminuyendo la velocidad en la zona de radar y pese a que no se dejaban de oír sirenas por todos lados y una sensación de caos invadía la ciudad, el no se amedrentó.

Finalmente tras subsanar el problema apoyándose en un centro de respaldo, su aplicación volvió a estar operativa. Apenas media hora no lo estuvo y los usuarios, con la que estuvo cayendo, ni se dieron cuenta. Por supuesto, el resto de servicios de la organización permanecieron caídos todo el día. B, más tranquilo aunque fatigado y con rostro de evidente cansancio, regresó a su puesto de trabajo. Miró a su compañero y dijo:

-¿Qué me decías antes de los atentados?

Tras el relato recién narrado, Z miró con empaque al candidato exponiendo sin precipitación:

- Espero que se haya entendido la diferencia entre ser responsable y comprometido. Ahora estás en condiciones de responder

-Bueno. Si mi jefe predica con el ejemplo, procuro estar a la altura.

La entrevista termina y, tras un breve descanso, Z llama al siguiente candidato de la lista.

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