Alpha, tal y como era conocida la aplicación estaba llegando
a su fin. Incapaz de aguantar por más tiempo el continuo mantenimiento
adaptativo y evolutivo al que se veía sometido año tras año, se sentía
agonizante.
Su jefe de proyecto, era consciente de ello. En los últimos
tiempos el nivel de explotación superaba con creces lo planificado. Llovían
chuzos por todos lados: una nueva ley por aquí, un servicio común para
integrarse por allá, un usuario con ideales de grandeza,… La inercia adquirida
resultaba imparable y obrar dentro del propio contexto inasumible. No había
solución alguna dentro del cuadrilátero donde Alpha agonizaba y amenazaba con
admitir el KO tirando la toalla.
Únicamente una opción, colonizar otro planeta para poder
empezar desde cero. Había que desarrollar un nuevo aplicativo, para ello hacía
falta una buena chequera para empezar junto con nuevos recursos para su desarrollo y
gestión. De ese modo se embarcó en la misión Beta que albergaba el futuro de la
tecnología en la Administración Pública.
El frío estelar le recibió con fuerte soledad. Sus ideas de
salvar la Administración Electrónica no fueron acogidas entre los altos directivos
con agrado. Ellos querían resultados a corto plazo, no una mera idea ambigua que
se plasmara en tiempos venideros. - El porvenir está por llegar y nosotros
estamos en el presente, cuando la coyuntura económica sea más apropiada se
podrán acometer este tipo de medidas-, decía Sergio como decisor final de
aquella cuestión.
La nave al poco de partir ya se había estrellado, y la
misión pospuesta indefinidamente para tiempos más boyantes. Beta no llego nunca
a ser más que unos papeles con un bosquejo de gráficos y flujos. De ese modo el
ahora, comandado por el egoísmo de lo urgente que se negaba a ceder el paso a
lo importante, se comió literalmente al mañana.
El futuro ha llegado sigiloso y veloz a partes iguales. Su primera víctima es Alpha aunque amenaza con
no saciarse tan fácilmente y seguir asesinando.
Una amplia cola en la oficina de atención refleja las
consecuencias en la vida real del crimen recién acaecido. Un entorno vanguardista rodea toda la calle
mientras el hijo de Sergio, que ya se ha hecho mayor, se halla en la fila
impaciente. Muy cabreado por la espera y la incomodidad del trámite teniendo en
cuenta los tiempos que corren, se dice para sí:
-Yo que tenía que estar recogiendo a mis hijos ahora y aquí
estoy esperando mi turno como si viviera en el paleolítico. ¡Maldita
Administración!-.
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