jueves, 25 de febrero de 2016

A toda velocidad

-Seis meses es mi estimación para desarrollarlo-. Esa fue la respuesta que dio Ruth a su jefe aquella mañana. Siempre trataba de ser muy honesta en sus valoraciones.

-Necesitamos que esté terminado en tres meses, si es preciso contrata más programadores para que esté listo en fecha. Se trata de un proyecto capital y nuestro compromiso es ineludible- respondió su superior  acompañando esas palabras tan sentenciosas de justificaciones para reducir el plazo a la mitad del propuesto, que a Ruth no le satisficieron en absoluto.

jueves, 18 de febrero de 2016

Silencios sepulcrales

Cada vez que había una reunión, Álvaro siempre que podía, procuraba participar y dar su opinión sobre lo tratado. De hecho, no entendía como algunos compañeros suyos, a pesar de que él sabía perfectamente que su intervención sería provechosa, se aferraban al silencio sepulcral.

La mayoría de las veces, el mencionado comportamiento no era una cuestión de timidez, eso es lo que más le extrañaba.  Ciertamente, en más de una ocasión, su transparencia y la gran energía y voluntad que trasmitía en las reuniones, le había supuesto ser diana de algún que otro marrón. Con todo, en su balance mental, a él le compensaba. Prefería sentirse libre y que se pudiese escuchar su voz. –No soy un borrego- reflexionaba.

jueves, 11 de febrero de 2016

La gran pesadilla

Aquella noche a Diego le costó sobremanera conciliar el sueño. No dejó de pensar hasta altas horas de la madrugada lo que había deparado su jornada de trabajo. Sus sensaciones eran encontradas: por un lado sentía un nivel de estrés claramente superior al normal que le impedía descansar, mientras que por otra parte tenía ante sí, un gran desafío en el que le apetecía inmiscuirse.

viernes, 5 de febrero de 2016

El tándem

Mario era un ingeniero superior informático. Desde edad temprana mantuvo una gran pasión: la programación. Él no disponía de un talento innato para ello, pero a consecuencia de su gran vocación adquirió amplios conocimientos en la materia, y en el trabajo, se notaba.

Su código era limpio y ordenado, aplicaba de modo acertado los patrones de diseño. Su programación estaba bien modulada, con un bajo acoplamiento y una alta cohesión. En definitiva, su código era perfectamente mantenible.