Hace ya bastantes años, veía con
frecuencia a mi padre leer libros de historia. Yo, que siempre me he
puesto como objetivo ser una persona lo más práctica posible, no
entendía por qué en vez de dedicar tanto tiempo a leer sobre la
historia, no procuraba estudiar temas más actuales o pragmáticos.
Cierto día se lo comenté,
insinuándole que quizá podía aprovechar mejor el tiempo de otras
formas, a lo que mi padre respondió algo así: “Qué equivocado
estás hijo, de la historia se aprende mucho. Viendo como se han
resuelto situaciones o conflictos anteriores, fundamentalmente ayuda
a no volver a incurrir en los errores pasados que ha cometido la
humanidad”.